El suelo, el gran olvidado tras los incendios

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Al pensar en la devastación provocada por un incendio forestal, somos muy conscientes del daño sobre la vegetación, de los árboles quemados o los montes calcinados. Menos habitual es plantearse el daño sobre un elemento vital, el sustrato sobre el que se asientan los bosques, los cultivos y en última instancia todos los seres vivos: el suelo. Si existe suelo, la vegetación tarde o temprano terminará rebrotando. Pero si no se protege este recurso el daño es irreversible: lo que la naturaleza tarda siglos en formar (hasta 1.000 años por cada 2 o 3 centímetros de suelo fértil, según la FAO) lo puede destruir la erosión en unas pocas semanas.

El 7 de julio se celebra en todo el mundo el Día de la Conservación del Suelo, un buen momento para reflexionar sobre la importancia de proteger este recurso frente a la desertificación, garantizar la seguridad alimentaria y mantener la salud de los ecosistemas. Este año, además, ha sido declarado por la ONU el “Año Internacional de los Suelos”, un toque de atención para que seamos conscientes de los roles fundamentales que cumple el suelo en beneficio de la humanidad.

En el equipo de restauración forestal de WWF tenemos muy claro que es vital conservar el suelo y siempre hemos insistido en que después del paso del fuego es el principal recurso a proteger. También suele ser el gran olvidado. Tras muchos de los grandes incendios forestales más devastadores ocurridos en España las administraciones impulsaron acciones de reforestación para recuperar los montes afectados, con el objetivo de recuperar los bosques pero muchas veces sin plantear con la suficiente urgencia medidas de emergencia para evitar la pérdida de suelo.

Un ejemplo de los graves impactos que pueden producirse si no se protege el suelo lo vimos en Galicia en 2006: tras la terrible ola de incendios de ese verano –el 4% de la superficie arbolada de la región acabó arrasada-, las intensas lluvias de ese otoño se llevaron por delante toneladas de tierra fértil hacia los ríos y el mar. En pueblos como Cee se produjeron importantes daños por inundaciones, y las rías se cubrieron con lodos y sedimentos que impidieron mariscar durante semanas.

Con uno de nuestros proyectos de restauración forestal en Galicia estamos intentando recuperar una zona afectada por un gran incendio forestal en 2013, el Monte Pindo. Analizar el estado del suelo ha sido esencial en este proyecto: la desaparición de la vegetación y la pérdida de capacidad de infiltración del suelo propiciaron que se perdiera la mayor parte del suelo. Si normalmente para tomar una muestra del suelo hacemos un agujero de un metro de profundidad (calicata), en la ladera del Monte Pindo sólo lo hicimos de 40 centímetros.

Tras llevar las muestras al laboratorio podemos conocer las propiedades y características del suelo, una de las claves para que un proyecto de restauración tenga éxito. En el caso del Monte Pindo, descubrimos que el suelo es franco arenoso, un terreno en el que el agua se mueve con relativa facilidad y hay una buena aireación (de media, un 25% de cualquier suelo es agua y otro 25% aire). Eso favorece que los organismos del suelo vivan en condiciones adecuadas y  puedan beneficiar a las plantas ayudándolas a absorber los nutrientes.

Otra característica que debemos conocer es el grado de acidez del suelo, el pH, que afecta a la disponibilidad de nutrientes para las plantas, y el contenido en materia orgánica. En Pindo el suelo es excesivamente ácido –pH de 5,26- pero afortunadamente el contenido en materia orgánica es muy bueno, un 6,81%, una señal muy positiva para el crecimiento de los plantones.

Esperamos que este verano no tengamos que lamentar muchos incendios y que en las zonas afectadas por las llamas se tomen medidas de emergencia a tiempo para proteger el suelo y detener el avance de la desertificación. Lo necesitan los bosques y lo necesita la sociedad: por los alimentos, el agua, el clima, la biodiversidad y la vida.

Firma la petición de WWF para reclamar medidas frente a los grandes incendios forestales 

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